domingo, 30 de agosto de 2009

EL HISPANISMO DE GARCILASO

Nota. He recibido para su publicación este interesante artículo de nuestro amigo el Prof, Bosch a quien conocí durante su visita al Cusco, en mayo de este año 2009.


Escribe: Joan Bosch i Planas. Profesor Investigador de la UTEA

joanboschiplanas@hotmail.com

En este año en el que se cumplen los cuatrocientos años de la edición de los Comentarios reales, primera parte de una de las obras más populares del Inca Garcilaso de la Vega, no es de extrañar que se reanimen los espíritus más críticos sobre su trabajo y se aproveche la ocasión para reanalizar lo ya infinitamente analizado gracias a la corriente, bien llamada garcilasista, que ha generado su figura y su mitificada obra.

Sin ninguna duda, fue otra corriente, la hispanista, la que encumbró la labor publicada de Garcilaso. No podía ser de otra manera, puesto que los que la generaron tenían los caminos y los medios para darla a conocer y, sobretodo, la facilidad política para difundir los valores de su contenido con una interpretación absolutamente objetiva. Y, a pesar de los análisis literarios, filológicos e históricos a que ha sido sometida, se sigue viendo en los Comentarios reales, el espejo descriptivo de la sociedad postincaica todavía con influencias costumbristas y tradicionales indígenas gracias a la información de lo vivido -y de lo no vivido-, que nos presenta Garcilaso en el conjunto de su libro.

El interés de la sociedad hispanizada de la Colonia por la obra del Inca está en la línea de las crónicas de capitanes, soldados, secretarios, contadores, veedores y servidores de la Iglesia católica venidos de Europa y protagonistas todos de la Conquista, drama social que tuvo como resultado la eliminación de una sociedad establecida, estructurada y organizada como fue la del Imperio inca. Solamente ocho años después de la edición de los Comentarios reales, la publicación de la segunda parte de la obra, una vez fallecido su autor, hecho que facilitó el cambio de título para no confundir a los interesados, supuso un aliciente complementario para la difusión de la obra. Su nuevo título: La historia general del Perú, era el revulsivo que, añadido a las diversas crónicas hasta entonces publicadas con su correspondiente visión hispanista, daba prueba evidente del buen resultado de la labor del nuevo régimen, sobretodo, cuando la autoría pertenecía, precisamente, a un mestizo hijo de un capitán conquistador y posteriormente Corregidor de Cusco, la capital conquistada del Imperio.

Garcilaso de la Vega, salió, efectivamente, desde Cusco para no regresar jamás a Perú un año después de la muerte de su padre. No sabemos si residía en la capital Imperial o vino puntualmente a los funerales de su padre, pero se puede afirmar que la mayor parte de su infancia la pasó en Lima donde se educó cristianamente codo con codo con sus primos, los hijos de Francisco Pizarro. Fue en la casa de su tío, Martín de Alcántara, donde su tía y el educador, el viejo Cano, tuvieron la responsabilidad de darle a Garcilaso la instrucción que, con carácter evangelizante, vino también de parte de la Monarquía Hispánica. Cabe decir, que la casa donde vivían era una magnífica mansión de estilo colonial de dos pisos de altura erigida junto al palacio Presidencial que tuvo que demolerse para instalar en su lugar el monumento ecuestre de Pizarro antes de su nuevo emplazamiento en el Parque de la Muralla de la capital peruana.

Los antecedentes difieren de lo que Garcilaso cuenta en los Comentarios, cuando da información de los naturales de su tierra afirmando que lo que dice en las páginas de sus libros lo ha vivido directamente a través o en el entorno de la familia de su madre, sobrina de Huayna Cápac. Cuando sus padres se separan, el Inca tiene doce años y, al menos, hace seis que vive en Lima.

Garcilaso de la Vega, llega al reino de Castilla, cuna de los conquistadores, a los veintiún años recién cumplidos y no es hasta, nada menos, veintiséis años después, que no empieza la redacción de la primera parte de los Comentarios. Antes de terminarlos, le llegan a través del padre Maldonado de Saavedra, las notas del padre Blas Varela, también mestizo, que se han salvado del saqueo de su casa a cargo de los ingleses. Es en estos documentos donde aparece una cantidad importante de información sobre la sociedad incaica que, probablemente, Garcilaso podría aprovechar para inserirla en el texto de su libro.

La elaboración de los libros que componen la primera y segunda parte de Los Comentarios reales, se nutre de un incipiente conocimiento de la historia de los incas y de un frágil apoyo de los verdaderos acontecimientos que desembocaron en la caída del Imperio, a causa de una inexistente investigación que, de haberla habido, hubiera concluido en parte determinante del contenido de la obra. Algunas de las crónicas publicadas y que Garcilaso conoce, –que no son todas-, la idea de que nadie como él podía reivindicar la identidad del peruano, su preocupación por querer rectificar errores cometidos -obviamente-, en textos de autores hispánicos y, aún, la necesidad de hacer algo que le pudiera reportar unos ingresos que mitigaran su subsistencia, motivó a Garcilaso de la Vega a escribir su obra en la edad adulta, fuera del espacio protagonista de los hechos y confiando en la memoria, fiel elemento distorsionador de realidades. En el conjunto de la obra las lagunas históricas son enormes y los errores infinitos debido a la falta de veracidad de buena parte de la información recibida por transmisión oral.


A pesar de todo ello, la importancia de la obra del Inca Garcilaso de la Vega, es, sin dudarlo, referente incondicional y de consulta para conocer detalles del Perú del siglo XVI. Y, precisamente, por ser el autor un peruano mestizo nacido en Cusco, su biografía y su obra, puede seguir siendo cabecera y formar parte de la bandera literaria que tendría que ondear en una futura muestra que acercara al pueblo todo lo habido y por haber de todos los autores del país, narradores e historiadores locales y regionales, con el único fin imprescindible de conocer y crear opinión de la obra publicada.



viernes, 19 de junio de 2009

APROXIMACION ICONOGRAFICA A GARCILASO


















LA CASA DEL INCA GARCILASO.

¿Cuál fue la casa donde que nació el Inca Garcilaso?

Desde inicios del siglo XX se vino discutiendo sobre el lugar donde pudo haber nacido el insigne escritor e historiador cusqueño.

Todavía en 1912, con los Comentarios en la mano, el Dr. José de La Riva Agüero y Osma, gran investigador y erudito historiador limeño que visitara el Cusco, identificó solares y casonas donde vivieron los primeros y “segundos” conquistadores. Por entonces, la idea que primó, a falta de datos verificables, en el año del Cuarto Centenario del Nacimiento del Inca - 1939-, fue la siguiente:

El Dr. Aurelio Miró Quesada, uno de los grandes estudiosos de la vida y obra del inca historiador, siguiendo los escritos del propio cronista, consideró que la casa donde vivieron el Capitán Garcilaso y su hijo, fue el solar que hace esquina entre la calle Coca y la Plaza Regocijo o Plaza de las Carreras; pues allí acostumbraban los españoles jugar a romper cañas y este espectáculo se veía muy bien desde los “corredorcillos” y balcones de esta vivienda que había pertenecido al conquistador almagrista, Don Pedro de Oñate, quien la retuvo hasta su muere, ajusticiado por Vaca de Casto, después del desventurado combate de Chupas en 1542.


De modo que parecía lógico que nuestro Inca Garcilaso habría vivido allí desde los tres años, pues su nacimiento, ocurrido en 1939, habría sido en una vivienda que no conocemos. Vivienda que, por declaraciones del propio Inca, había sido también hogar de su ayo Juan de Alcobaza y de su hijo Diego de Alcobaza de quien dice: “me escribe un sacerdote condiscípulo mío llamado Diego de Alcobaza (que puedo llamarle hermano porque ambos nacimos en una casa y su padre me crió como ayo)”

Entonces, surge la pregunta ¿Dónde nació el Inca Garcilaso?

Aunque tras largas investigaciones históricas esta pregunta no ha sido aún resuelta, me atrevo a aventurar la hipótesis siguiente:

El nacimiento del ilustre cronista mestizo Inca Garcilaso de la Vega, ocurrido el 12 de abril de 1539, fue en el solar que le tocó a su padre durante el repartimiento de los solares de la ciudad del Cusco, y esta fue la casa que hace esquina entre la plaza de Cusipata o del Regocijo y la calle denominada antiguamente como calle de la coca, es decir la misma casa conocida hoy como la casa de Garcilaso, pues esta casona estaba contigua a la casa de don Pedro de Oñate.

Este solar, según se desprende de los documentos, tocó al Capitán Garcilaso de la Vega en el repartimiento ocurrido en 1534,

El documento original se halla en una colección particular una filmina del cual fue enviada por la Biblioteca de Washington al Br. Jesús M. Covarruvias Pozo, quien publicó su paleográfica en la Revista del Instituto Americano de Arte Nº 10, en 1960. Por este documento podemos concluir que se desecha la hipótesis generalizada de que Garcilaso vino a vivir a los dos o tres años, al solar que “era de propiedad de Pedro de Oñate, de quien se sabía que recibió el solar en 1534 y era dueño de él hasta su muerte después del combate de Chupas.

Según el parecer de eruditos como Aurelio Miró Quesada, el padre de Garcilaso habría comprado o se le habría otorgado a petición ese solar que “perteneció” a Oñate, ya en 1942. Distinta situación ocurre ahora al saber que tanto Oñate como Garcilaso recibieron sus solares contiguos antes de 1538.

En la descripción de la ciudad del Cusco que hace Garcilaso en el libro séptimo de los Comentarios dice: “Las casas que están al medio día de las de Alonso Mesa, calle en medio, fueron de Garcilaso de la Vega, mi señor; tenía encima de la puerta principal un corredorcillo largo y angosto, donde acudían los señores principales de la ciudad a ver las fiestas de sortija, toros y juegos de cañas que en aquella plaza se hacían; y antes de mi padre fueron de un hombre noble, conquistador de los primeros, llamado Francisco de Oñate, que murió en la batalla de Chupas”

El Inca no especifica si esa casa fue el solar que le tocó a su padre en 1534, donde probablemente él nació, o fue otra casa donde la Ñusta Isabel Chimpuoccllo alumbrara al ilustre cronista. En tal caso, pudo haber sido en la casa paterna de doña Isabel, que no sabemos dónde pudo estar, o en la casa de su “padrino” de bautizo el potentado Diego de Silva, si acaso el solar de su padre no poseía construcciones.

Las afirmaciones de Aurelio Miró Quesada y José Gabriel Cosio de que el capitán Garcilaso pasó a ocupar el solar de Oñate después de la muerte de este han sido publicadas en 1948, (Miro Quesada 1946 y Cosio en 1939, es decir, cuando aún no se había publicado el Libro de los Cabildos (1960). Sin embargo el Br. Covarruvias, en su afán de simplificar la información comete un error al poner en orden alfabético los nombres de los conquistadores que recibieron sus solares, mezclándolos, sin discriminarlos por la fecha en que recibieron sus solares; pues debieron recibir, primero en 1534, fecha del acta de entrega de los solares en el libro de los cabildos; en 1538, después de la batalla de las Salinas; en 1542, después de la batalla de Chupas y en 1548 después de la derrota de Gonzalo Pizarro en Xaquixahuana.

Pese a ello, otro dato que apuntala nuestra hipótesis es que durante la deserción del Capitán Garcilaso y otros hidalgos españoles que huyeron a la ciudad de los Reyes, para no plegarse a la Rebelión de Gonzalo Pizarro (1547), quedaron en la casa de la esquina de calle Coca y Regocijo, su mujer la palla Isabel y su dos pequeños hijos, el futuro historiador y su hermana, acompañados de su ayo y sus dos hijos, más dos sirvientas fieles. Al saber esto, el iracundo artillero Hernando de Bachicao, cañoneó la casa del Capital Garcilaso, emplazando sus cañones en el atrio de la Catedral y la turba estuvo a punto de incendiarla, con sus ocupantes, quienes sufrieron allí una prisión de ocho meses, apenas socorridos por la caridad de los vecinos amigos y por un fiel cacique indígena. (Ver Historia General del Perú, Libro Cuarto, Capítulo X), esto puede demostrar que su Ayo Juan de Alcobaza y su familia vivían en casa del Capitán Garcilaso. Pero no podemos afirmar categóricamente que el cronista nació allí. Dejamos a los historiadores, la tarea de comprobar si el Capitán Garcilaso obtuvo su solar antes del nacimiento del cronista. Pues, contra lo que escribe Garcilaso, el Inca, en sus Comentarios, el solar donde vivió y que le fue dado a su padre en alguna de las reparticiones, lindaba con el solar de Oñate, en vida de éste. Y es probable que, en 1542, después de la muerte de Oñate, el capitán Garcilaso adquiriera ese otro solar para sumarlo al suyo.

COMPRA, RESTAURACION Y FINALIDAD DE LA CASA DEL INCA GARCILASO.

Después de muchos debates e intervenciones periodísticas de la intelectualidad peruana y cusqueña, el supremo gobierno adquirió el inmueble que iba a ser demolido por sus antiguos dueños: la familia Luna Oblitas, para construir allí unas galerías comerciales. Pudo más la opinión de grandes garcilasistas e historiadores y personas del mundo culto, para salvar esta reliquia arquitectónica y patrimonio cultural de la nación, para que sirva a las nuevas generaciones como centro de desarrollo e irradiación cultural.

Desde 1939, con motivo de los festejos por el Cuarto Centenario del nacimiento del escritor mestizo, se alzaron voces para gestionar la adquisición del inmueble. El Instituto Americano de Arte, el Centro Inca Garcilaso y el Consejo Provincial, encabezado por el Dr. David Chaparro; intelectuales como: José Gabriel Cosio, Domingo Velazco Astete, Manuel E. Cuadros, Alfredo Yépez Miranda, Julio G. Gutiérrez, etc. Escribieron sendos estudios sobre el Inca Garcilaso y su obra en revistas como la Revista Universitaria, la Revista del IAA, la Revista Garcilaso, etc.

Por los años sesenta algunos intelectuales peruanos como: José de la Riva Agüero, Ciro Alegría, Manuel Solari Swayne, Juan José Vega, etc., escribieron en torno a Garcilaso. Ciro Alegría, con el título de “La Casa del Inca que Escribió” (El Comercio, Lima 28 de junio de 1961), transfirió casi íntegramente la carta de un cusqueño que le pide pronunciarse por la compra y restauración del inmueble donde vivió su mocedad el Inca Garcilaso. El novelista dice “Casi inconcebible resulta el abandono de la casa del Inca…”, en otro párrafo escribe: “Para los peruanos en particular, la casa del Inca debe tener tanta importancia como Machupicchu. Garcilaso, descendiente inmediato de quienes construyeron la ciudadela, es la prolongación del espíritu indígena en el plano de las letras y la nueva cultura. Garcilaso es el Inca que escribió”.

Todo ese movimiento cultural terminó por ser escuchado por el gobierno y al precio de un millón y medio de soles se adquirió la casona el 24 de setiembre de 1964, por escritura pública de sus propietarios Miguel y Mariano Luna Oblitas.

El inmueble fue restaurado por el arquitecto Víctor Pimentel Gurmendi y fue inaugurado por el presidente de la república Arquitecto Fernando Belaunde Terry, en 1966

Luego de la entrega muchas voces y opiniones de especialistas se dejaron oír, para que este inmueble no termine siendo engullido por la burocracia estatal y evitar así que sus bellos e ilustres salones terminen siendo vulgares oficinas burocráticas.

En el diario El Comercio de Lima del 29 de julio de 1966, un editorial titulado “LA CASA DEL INCA GARCILASO DEBE SER UN MUSEO”, dice lo siguiente:

“Cuando el país acaba de celebrar la restauración de la casa cusqueña del Inca Garcilaso, que se hallaba casi arruinada por los estragos del tiempo y de los hombres, llega del Cusco una noticia sumamente alarmante. Parece –según nuestro corresponsal- que se piensa aplicar el local a sede administrativa de la Casa de la Cultura. Y como hay en el Cusco otras instituciones respetables, como la Delegación de la Coturperú, el Instituto Americano de Arte, la Extensión Universitaria, el Consejo de Monumentos Históricos, una repartición de la CRYF, o alguna otra, no sería extraño que todas o varias de ellas reclamaran también ser alojadas en la casona. Por lo pronto, parece que ya se han alistado muebles (posiblemente escritorios, máquinas de escribir, archivadores) se habla de levantar tabiques y se anuncia una moderna iluminación con luces fluorescentes. Y como la experiencia desgraciadamente nos demuestra que es incontenible la “explosión” burocrática, quiere decir que la historiada y simbólica casa, tan acertadamente restaurada a costa de esfuerzo y dinero, puede quedar dentro de poco tan adulterada y estropeada como antes, y habrá que empezar de nuevo la empeñosa batalla de reivindicarla como santuario de la gloria del insigne Inca Garcilaso”.

En otro editorial del 9 de mayo de 1969, titulado “UN MUSEO EN LA CASA DEL INCA GARCILASO”, termina con lo que sigue: “Lo que hay que evitar de todos modos, es que la restaurada casa, en la que ha invertido tanto dinero el Estado, se convierta en sede de oficinas, por más importante que sea la institución que las solicite. La experiencia demuestra que las oficinas empiezan en pequeño y se extienden después por todo el edificio. La hermosa mansión del Cusco debe ser un Museo, al servicio de la gloria del insigne mestizo cusqueño Garcilaso; y no, por lo contrario, un lugar donde la fama del Inca Garcilaso se ponga al servicio de una simple oficina burocrática”.

Este fue el criterio de toda la intelectualidad peruana y cusqueña, hacer de la casa del Inca Garcilaso un santuario a su memoria, un instituto o centro de altos estudios garcilasistas, para el estudio y preservación del legado de este ilustre cusqueño.

Sin embargo, años después se cumplieron esos vaticinios y temores de los años sesenta. La burocracia dorada del INC - Cusco, la secuestró y tugurizó con sus oficinas, en una actitud ofensiva a la memoria del gran historiador el Inca Garcilaso de la Vega. Recién, en este año (2010) la nueva gestión del INC (hoy Ministerio de Cultura) y por iniciativa de la antropóloga Ana María Gálvez, Directora del Museo, está recuperando la casona para los loables fines por los que fue restaurada.



























"LA INVENCIÓN DEL RETRATO DEL INCA GARCILASO

Como antesala a este párrafo, en las diapositivas, he considerado el tema titulado “Iconografía de los Incas de la Colonia”, con la finalidad de mostrar cómo se retrataban a sí mismos los incas coloniales, ya en uso de la pintura al óleo y el lienzo. Son famosos los cuadros del primer Corpus Cusqueño y el cuadro de la Iglesia de la Compañía de Jesús, en el que se representan dos matrimonios que emparentaron la sangre noble incaica con descendientes de los santos católicos: San Francisco de Borja y San Ignacio de Loyola. Son importantes, igualmente, las decoraciones iconográficas de los keros inca-coloniales de madera. Todo esto fue estudiado por el Dr. J. H. Rowe.

Todavía en 1939, con motivo del cuarto centenario del nacimiento del Inca
Garcilaso, mi padre el escritor Julio G. Gutiérrez, gran estudioso de la obra del Inca historiador, había publicado un artículo en la revista nacional “Expresión”, dando a conocer el descubrimiento realizado por el padre Ambrosio Morales, consistente en el hallazgo, en un cuadro de la Virgen Imaculada del Convento de Santo Domingo, de una inscripción que rezaba: “A la devoción de Gómez Suarez de Figueroa, ing, año de 1556”, el artículo titula “Presunto retrato del Inca Garcilaso de la Vega”, muchos años después, este artículo causó revuelo, ya que el Dominical de El Comercio de Lima del 24 de marzo de 1968, se ocupó del tema. Luego, el 5 de abril, el Dr. Aurelio Miró Quesada, eminente garcilasista escribió el artículo “El Supuesto Retrato del Inca Garcilaso”, donde analizó las posibilidades de certeza del mencionado retrato del Inca adolescente, posando como devoto, junto a su hermana Leonor de la Vega o, como dice Miró Quesada, una hermana paterna del Inca, hija del capitán en la palla María Pilcosisa, llamada Francisca de la Vega.

Con tal razón mi padre había escrito un artículo que el propio Dr. Miró Quesada publicó en El Comercio de Lima del 16 de abril de dicho año, con el título de “Acerca del Discutido “Retrato” del Inca Garcilaso”.

Además de este presunto retrato de un joven adolescente, moreno de piel y rostro regordete, no se ha encontrado retrato alguno del Inca Garcilaso. En una serie de artículos del Dr. Aurelio Miró Quesada, publicados en “El Sol”, Cusco en 1946, y que después se publicaron en su libro, se da a conocer que el padre Rubén Vargas Ugarte, otro distinguido historiador, había publicado en el “Mercurio Peruano” de 1930, unas anotaciones manuscritas realizadas en un ejemplar de los Tratados de Fray Bartolomé de las Casas, que había pertenecido a la biblioteca del Inca. El poseedor era don Diego de Córdoba, los manuscritos rezan:

“Este libro lo estimo mucho, porque fue de Garcilaso Ynca de la Vega nieto de Ynca emperador del Pirú”, más adelante el hijo de este poseedor del libro, don Iñigo Córdoba Ponce de León, había anotado: “Esta letra de arriba es de la mano D. Do. mi Sor y padre que este en el cielo. Fue íntimo amigo del dho. Inga Garcilaso de la V. e fue verdad te ombre de muy buenas partes y santa vida, era sabio y prudente murió en un ospital por su voluntad quidando los pobres en q. asistió muchos días, yo le conocí y tengo del mucha memoria, era entre mediano de quherpo, moreno muy sosegado en sus razones”

Además dice: “tubo en España un hijo q, yo conocí mucho y se parecía a su padre… díjome muchas veces q, el había escrito los Coments Rs, q. son los libros q. su padre había escrito de la Indias y q, el los había escrito todos de su mano”

Éste es el único retrato descrito del Inca Garcilaso: “era entre mediano de quherpo, moreno muy sosegado en sus razones”.

No habiendo más referencias de este gran cusqueño, los artistas comenzaron a inventarle un retrato.

En 1925, el gran pintor don Francisco González Gamarra, pintó un óleo representando al Inca, sentado en una mesa de trabajo y escribiendo sus famosos Comentarios, frente a él como si se cruzasen por su mente, aparecen escenas con incas y conquistadores. Esta fotografía me facilitó de su archivo mi amigo el pintor Edwin Chávez Farfán. Es un viejo recorte de la revista Variedades o quizá, por el formato grande, se trate de la revista Mundial)

González Gamarra, en un artículo escrito por mi padre en su libro “60 Años de Arte en el Qosqo” había declarado: “Si en vida del Inca Garcilaso no tuvo un pintor que hiciera su retrato 274 años después apareció un paisano suyo dispuesto a pintarle no sólo uno sino cien retratos más de ser posible para exaltar más su memoria” (El Comercio de Lima 12 de abril de 1968), como muestro en la diapositiva.

Es así como el gran artista, virtualmente, creó e impuso la imagen más reconocida de nuestro paisano escritor, aunque no se atiene a la descripción de Iñigo Córdoba: “mediano de quherpo, moreno”, es, más bien, un español flaco enjuto y alto, más blanco que indio. A González Gamarra le siguieron muchos otros artistas como el pintor Juan G. Medina; quien, según un artículo que se publicó en El Comercio, del Cusco del 24 de enero de 1939, consignado por el Antropólogo Rossano Calvo en su libro: “La Tradición, Representación de la Urbe Andina Cusqueña en el siglo XX”, había seguido el siguiente proceso para recrear un rostro del Inca Garcilaso:

“Para encontrar una fuente de información por remota que sea, Medina ha tomado por modelo el retrato de un lejano descendiente de Garcilaso por línea materna, el Dr. Manuel de Vega, bisabuelo del que fuera ilustre periodista Dr. Ángel Vega Enríquez, se trata de un tipo mestizo con mayor porcentaje indígena, tez cetrina, alta y pronunciada frente, ojos oblicuos ligeramente…Este retrato…ha servido de punto de referencia a Medina y de él ha tomado algunos rasgos para su semblanza, esta es la referencia étnica de procedencia para Medina”. Así de modo metonímico, -dice Calvo- es que se procedió a inventar o reinventar tradiciones e identidad, lo cual me parece completamente lícito.

Contamos con grabados de Sabogal, dibujos de Fuentes Lira (que me facilitó Mario Curasi); un boceto a lápiz de Edwin Chávez

Esculturas del maestro Antonio Sánchez: un busto que se encuentra en el Museo del IAA; un busto que estuvo en la Av. Pardo y que ahora está en el Colegio Garcilaso; una cabeza que se encuentra en la entrada de la Casa del Inca Garcilaso; un rostro realizado por Edwin Chávez, etc.

Entre los monumentos tenemos el de Joaquín Roca Rey, emplazado en Roma, Italia; el de Tuni Garcilaso, escultor de origen altiplánico, frente al Colegio Garcilaso, en el Cusco;

También tenemos murales como el de José Sabogal realizado junto con su ayudante Sr. Pedro Azavache, en el hotel “El Cuadro”; los murales del colegio Garcilaso, uno de ellos pintado por finado artista José Pacheco y otros realizados por los propios alumnos, etc.

La mayor parte de los íconos son de ilustradores de artículos de periódicos como El Comercio de Lima.

En las diapositivas también hemos considerado las carátulas de las diferentes ediciones de las obras del Inca Garcilaso, las traducciones al inglés y al francés.














































"GARCILASO INSPIRADOR DEL SOCIALISMO MODERNO

El Dr. Flores Ochoa, adelantó en su excelente charla sobre la influencia que tuvo Garcilaso en el pensamiento social europeo, principalmente en los enciclopedista, humanistas de la ilustración francesa, como Voltaire, que escribió “Alcira”; Marmontell, que escribió sobre “Los Incas” para criticar a la sociedad burguesa en formación; Oscar Maters, que extrajo ideas socialistas de la lectura de los Comentarios.

En 1992, en la Revista Municipal publiqué un artículo extenso de nominado “El Carácter Revolucionario de la obras del Inca Garcilaso de la Vega y la Influencia Incaica en el Socialismo Científico”, viene bien refrescar algunas ideas, como la influencia de la idea de esa sociedad igualitaria que no usaba el dinero ni la usura y que distribuía el fruto de su trabajo social entre todos sus habitantes, evitando la miseria o la pobreza. Es decir la descripción de una sociedad ética que para la Europa de ese siglo era algo imposible, invitaba a pensar en superar a la sociedad europea, postulando un modelo utópico y comunista.

Los abanderados de esa idea fueron los llamados “Socialistas Utópicos”: Charles Fourier, Saint Simon y Robert Owen, que en el desarrollo de las ideas, fueron reivindicados, en Alemania, por discípulos izquierdistas de Hegel como Feuerbach, posteriormente, esas ideas fueron sistematizadas y expuestas con mayor rigor científico y metodológico en la crítica social, por Marx y Engels.

Es común entender que Mariátegui, habría peruanizado esas doctrinas, cuando en realidad lo que hizo fue repatriarlas al suelo donde nacieron como práctica social, y desde donde deberían renacer, fundamentando una sociedad ética que supere al infame capitalismo moderno.

En este sentido la obra del Inca Garcilaso resulta siendo altamente revolucionaria y hasta subversiva, si atendemos el hecho de que sirvió para que las élites indígenas incaicas mantengan su identidad y sentimiento nacional y renazca en ellas el deseo de aspirar a la libertad. Sabido es que Túpac Amaru se inspiró en Garcilaso para su revolución en 1780, y tras la derrota suya , “el 21 de abril de 1782 se dictó la Real Cédula por la que los Virreyes de Lima debían recoger sagazmente todos los ejemplares que pudiesen haber del libro del Inca
Garcilaso de la Vega” (Cita de Ricardo Rojas), y que el sanguinario Visitador Areche dispusiese la prohibición de la lectura de esa obra pues “enardecía el corazón de los indios y que se autorizara sólo su publicación en latín”.

El libertador San Martín, cuando preparaba a su ejército para pasar los andes y liberar Chile, había visitado las ciudad de Córdoba, donde lanzó la iniciativa de la publicación de Los Comentarios Reales, en una imprenta de Londres, para propagandizar la causa revolucionaria.

Iniciativa que no prosperó.

Durante la guerra emancipadora, la lectura de Los Comentarios inspiró a los patriotas

Y en la época republicana, durante la lucha contra la feudalidad, Garcilaso siguió inspirando a los luchadores sociales que se reunieron en la corriente indigenista de donde salieron las vertientes, comunista y aprista. Mariátegui considera que con Garcilaso “se dan la mano dos edades, dos culturas”…“Es históricamente, el primer “peruano”, si entendemos la “peruanidad” como una formación social, determinada por la conquista y la colonización españolas”.

En esa línea los historiadores Flores Galindo y Manuel Burga, lo consideraron fundamental para la creación de la “Utopía Andina”.

La lucha social, anti-feudal que se prolongó varias décadas, concluyó con la dación de la Ley de Reforma Agraria, durante el gobierno militar de Velasco Alvarado, en 1968. En las décadas posteriores, se desencadenaron intensas luchas político-reivindicativas en favor de los desposeídos e irrumpieron movimientos violentistas que dejaron más de 70,000 muertos.

En este periodo republicano, contrariamente, la imagen de Garcilaso fue aprovechada por la derecha peruana a la que pertenecían los eruditos: Miró Quesada, Riva Agüero y Porras Barrenechea.

Los historiadores como J. J. Vega, María Rostworowski y Pablo Macera, entre muchos, buscaron estigmatizar la obra garcilasista, que no resistía a sus elucubraciones eruditas, juzgando con criterios de las ciencias sociales modernas el aporte de nuestro paisano, o se adentraron al análisis psicoanalítico del autor, para sacar conclusiones negativas. Para Rostworowski, el Inca miente al confundir las momias de sus antepasados y dar una visión idílica del incario, apenas deformada por la presencia de Atahuallpa, por lo que la historia de Garcilaso sería sesgada hacia su panaca. Macera, pese a considerar que Garcilaso fue la primera apertura de la literatura peruana a la dimensión universal, juzga cruelmente la época en que Garcilaso hizo todo lo posible por “blanquearse”, como el hacerles la guerra a otros mestizos como él en las Alpujarras, sin obtener nada más que un grado de capitán del rey; pues es repudiado como indiano, es obligado a cambiarse de nombre, pues “usurpaba” el de un marqués; hasta que finalmente decide tomar su identidad de indio e Inca. Estas contradicciones y desencuentros psicológicos “esquizofrénicos” son estudiados por Max Hernández. De modo que hemos pasado casi todo el siglo XX “deconstruyendo” al personaje que es el paradigma del mestizaje y del irresoluto problema racial de nuestra nación que se halla en perpetua formación. A Garcilaso, con escondidos criterios discriminatorios se le compara con Guamán Poma, como si ambos cronistas fuesen rivales; de modo que el Inca de los Comentarios Reales, ha resultado ser el chivo expiatorio de nuestras culpas y falencias, desencuentros y fracasos de una nación que no ha logrado superar el trauma de la conquista, el trauma feudal, y seguimos siendo el país de “la memoria del bien perdido y de las oportunidades desperdiciadas”.